Carlota Vive

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La profesora Yohana Torres nos cuenta cómo, a partir del cortometraje Carlota, el Liceo de Conchillas impulsó un proyecto educativo que involucró a todo el alumnado en una búsqueda creativa y colaborativa por la identidad local, logrando incluso reconocimiento nacional.

En el Liceo de Conchillas, la figura de Carlota Ferreira —mujer emblemática del célebre cuadro de Juan Manuel Blanes— ha cobrado una nueva vida. Gracias a un proyecto interdisciplinario liderado por docentes y estudiantes, Carlota dejó de ser una incógnita en un retrato para convertirse en punto de partida de una propuesta educativa con fuerte impacto comunitario.

La profesora Yohana Torres explicó en entrevista con Radio Caramelo cómo surgió la iniciativa:

“En la reunión que tuvimos todos los profes al inicio del curso, como para pensar ideas y temas significativos para los chiquilines… se nos ocurrió rescatar el tema de la identidad.”

Esa inquietud coincidió con la reciente presentación del cortometraje Carlota en Casa Evans, que generó muchas preguntas sobre quién fue realmente esa mujer.

“El cortometraje no cuenta específicamente quién es Carlota Ferreira. Entonces nos pareció interesante poder estudiar quién era, averiguar, indagar, buscar…”

A partir de allí, cada unidad curricular abordó el tema desde su disciplina. Se crearon carteleras, obras teatrales, retratos, estatuas vivientes y hasta actividades físicas inspiradas en la vida de Carlota.

“Los chiquilines de noveno crearon estatuas vivientes sobre escenas de la vida de Carlota… Vos ibas y depositabas una monedita, y se activaba la estatua, y contaba algún aspecto de su vida.”

También se recurrió al libro de Diego Fischer, Carlota Ferreira, retrato de una mujer que se inventó, como base para el trabajo literario.

“Leímos, tomamos de ahí información, tomamos algunos capítulos que trabajamos en literatura como para tener la base de esa investigación.”

El proyecto involucró a docentes de biología, filosofía, literatura, informática y educación física, y dio lugar a una experiencia que trascendió los muros del liceo.

“Con los profes de educación física pensaron en hacer… una especie de sala de escape en el pueblo, recorriendo estaciones con códigos QR y desafíos físicos o de conocimiento.”

Pero más allá del producto académico, el proceso tuvo un profundo efecto cultural:

“Los chiquilines replican en sus casas todo eso que fueron indagando. Volver a casa y contar quién era Carlota Ferreira, eso estuvo bueno.”

La propuesta recibió el reconocimiento de la propia página oficial de Secundaria.

“Se contacta con nosotros para que le contemos justamente el trabajo que se venía haciendo… Se tomaron palabras de los propios chiquilines que contaron su experiencia.”

Para Torres, el liceo rural de Conchillas tiene una característica que hace posible este tipo de experiencias:

“Están dadas como las condiciones para que los profes podamos encontrarnos… eso de compartir, tomar un mate y, en eso, ir planificando, armando y pensando ideas.”

La experiencia con Carlota es un ejemplo claro del poder de la educación cuando se articula con la comunidad, cuando busca sentidos y se atreve a hacer propias las historias que parecen ajenas.

“Hoy preguntás cualquier chiquilín sobre Carlota Ferreira y saben decir todo. Es genial. Y sentirlo propio… porque el liceo lo tomó como propio.”

Carlota Ferreira volvió a existir, esta vez, desde Conchillas y con voz joven.

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